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miércoles, 19 de octubre de 2011

Nada.


Ese día no había olas. Y allí estabamos, callados, a merced del mar.
- Vale, hagamos una cosa, quiero que os bajeis de las tablas. Vamos, cogeos de las manos. Hagamos algo, quiero que os metais bajo el agua y le griteis al mar todo lo que sentís, gritar lo que pensais, desahogaros totalmente, decirle a ese alguien cuanto le quieres, o simplemente, grita, cuentale tu secrteto al mar. Sabeis? dicen que el mar es el alma de la humanidad, asi que no os preocupeis, sea lo que sea que le conteis, él ya lo sabrá, será como decirle algo a alguien que en realidad ya sabe.
Momentos después de gritarlo todo, se puso a llover. Que sensación. Solo yo, el mar y la lluvia. Sí, parecía que no éramos los únicos que nos habiamos desahogado.
¿Que hay mejor que esto?, pensé. Y casi automáticamente, yo misma me contesté.

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